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Creo que la solidaridad se basa en la presuposición de la bondad del asistido. Y que pensar que la gente tiene buenas intenciones por defecto es ingenuo.
En el mundo de la piruleta, las fronteras carecerían de razón. Pero no vivimos en la utopía, sino en la realidad, donde la gente es impredecible. Por tanto, deben existir condiciones a la recepción de inmigrantes, una suerte de contrato social donde el advenedizo se compromete a no delinquir, etc.
Para los zurdos fuma porros, el derecho a delinquir es universal, y es racismo castigar "de más" al delincuente extranjero. Pero es que no se trata de penalizar la procedencia, sino de entender que un Estado se hace cargo de una población delimitada, no del total de la humanidad. Por ende, al nacido aquí te lo comes porque no lo puedes mandar a ningún lado (como Reino Unido hacía con sus colonias), pero el que no, si no sabe comportarse, que sea responsabilidad del gobierno de su país de origen.
Y no, no todos huyen de la guerra. ¿En qué guerra está Marruecos o Argentina?
Los recursos públicos son limitados. Ningún país puede abordar por sí sólo los males globales. No tiene ningún sentido hipotecar el futuro de los nacidos en tu tierra bajo el pretexto de una solidaridad siempre insuficiente.
Conclusión: diferenciar situación de origen y en casos de auténtica crisis humanitaria ayudar siempre en la medida de las posibilidades de un Estado que no puede olvidarse de los "suyos". En casos de países sin guerra/masacre/persecución, migración controlada y regida por parámetros de paz social y sostenibilidad económica.
La inmigración legal, de gente que trabaje y pague impuestos, todo bien. Los que vienen aquí a chupar del bote y entran en patera que se vayan a sus países
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