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Te comento. Los repartidores, que, a diferencia de Glovo y Uber Eats, son asalariados, y cuyo sueldo suele estar en torno a los 500 € al mes (pocas horas, mala remuneración, temporalidad), reciben la notificación de un pedido en marcha, confirman en la app de trabajo la asignación y acuden al restaurante, donde esperan que la comida esté lista. Una vez toman el encargo, lo señalan en la app y se ponen en marcha al domicilio.
Pero Just Eat trabaja también sin poner sus propios repartidores. Es decir, ofrecen la estructura en línea a algunos comercios que usan sus propios repartidores. En estos casos, Just Eat no tiene localizados gps a los empleados, como es lógico.
Toda estimación horaria a menudo es equivocada o inventada, ya que los sistemas calculan el tiempo en función de promedios de distancia, sin tener en cuenta cuestiones como atascos, averías, disponibilidad real de repartidores en el momento dado, problemas en cocina, etc.
La magia del capitalismo es segmentar las tareas y aislar las áreas, consiguiendo una eficiencia y coordinación irreal. El restaurante echa la culpa al reparto, y el reparto al restaurante. Y quien sale ganando es el ejecutivo de Just Eat, que se lava las manos y queda fuera de vista.
Muchos repars son unos maulas, unos piezas, aunque el modelo de Just Eat les limita más que Glovo/Uber, donde realquilan sus usuarios, se quedan la comida, etc.
Si quieres colaborar con una sociedad mejor, evita estas plataformas, evita Amazon, etc. Pero, claro, no lo harás; porque el capitalismo te ha dado la oportunidad de sentirte un dios (el cliente siempre lleva la razón).
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